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Hace muchísimo tiempo, en una tribu de América del Norte,
vivía Pie Ligero, un muchacho de piernas duras y ágiles,
que siempre iba acompañado de un lobo o coyote.
En el verano, miraba cómo los hombres atrapaban
peces con las manos y las mujeres desenterraban raíces,
pero en invierno, sufría al verlos morir de frío.
Un día, le preguntó al coyote: -Dime, amigo, ¿qué puedo
hacer para que mi pueblo no sufra tanto?- Y este le respondió:
-Tendrás que ir a la montaña del fuego y conseguir un poco de esa
luz para los tuyos.
-Sí, yo traeré el fuego, ayúdame- dijo, y enseguida partió
acompañado por su amigo y cien mozos .
Al final de la primera jornada dejaron al más débil,
para que descansara y los esperara; al segundo día,
hicieron lo mismo y así sucesivamente, hasta que al fin,
Pie Ligero y su animal llegaron al pie de la montaña del fuego.
El coyote se adelantó y desafiando innumerables
peligros subió a la cima, se apoderó de un tronco encendido,
y más tarde lo entregó a su amigo. Después, cayó al suelo sin fuerzas.
Pie Ligero corrió y corrió, hasta encontrar un compañero que
recibió la antorcha y partió veloz. Así pasó la tea encendida de mano en mano
, sin detenerse, hasta llegar a la tribu donde le hicieron al
fuego un lecho entre piedras, y lo alimentaron con ramas secas.
Desde entonces el coyote lleva la marca del fuego en los flancos y a su amigo,
Pie Ligero, le llamaron El Conquistador del Fuego.
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